¿Qué pasaría si al final de tu vida te encuentras con que sí necesitaste usar las habilidades marciales que aprendiste tras años de práctica, pero no te diste cuenta? Esa es la pregunta que me hago después de leer esta frase de Chotoku Kyan, uno de los grandes maestros del karate de Okinawa:
“Si al final de tu vida nunca necesitaste usar las habilidades marciales que lograste tras años de práctica, habrás alcanzado el objetivo final de entrenar artes marciales”.
Kyan fue un defensor de la enseñanza y el aprendizaje de las artes marciales como una forma de vida, no como un deporte o un negocio. Su frase se refiere a evitar el conflicto y la violencia, no a renunciar a la práctica recreacional. Es muy distinto.
Pero yo creo que las artes marciales no solo sirven para defendernos de los ataques físicos, sino también de los mentales y emocionales. ¿Cuántas veces hemos tenido que lidiar con situaciones difíciles, con personas tóxicas, con estrés o con miedos? ¿No son esas también formas de agresión que requieren una respuesta adecuada?
Creo que las artes marciales nos ayudan a desarrollar habilidades como la confianza, la disciplina, el respeto, la paciencia y la perseverancia. Estas habilidades nos permiten afrontar los desafíos de la vida con más serenidad y sabiduría. No se trata de pelear, sino de vivir mejor.
Así que quizás el objetivo final de entrenar artes marciales no sea nunca necesitar usarlas, sino usarlas siempre. No solo cuando nos atacan, sino cuando nos enfrentamos a cualquier situación. No solo con el cuerpo, sino con la mente y el corazón.
¿Qué opinas tú? ¿Estás de acuerdo con la frase de Kyan o con mi reflexión? ¿Has usado alguna vez tus habilidades marciales fuera del tatami? Me encantaría saber tu opinión en los comentarios.
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